PATRICIA CASTELLANOS: ¿Por qué con tanta saña?

 

“De repente sentimos el tronerío, un tronerío tremendo y empieza a gritar mi esposo y dice ‘nos están tirando’ y así como que se quedó pasmado. Yo me agarro de mi hijo y lo abrazo porque los primeros disparos que se oyeron, le dieron a él, él se mueve mucho… y yo me abrazo de mi hijo, pero mi esposo me dice ‘flaca, ven’ me echa en sus piernas para protegerme y de pronto se deja caer encima de mi, ya todo flojo y yo tenía su sangre encima y ya no sé qué pasa hasta que nos avientan la luz y oigo que dicen ‘disculpe, disculpe fue una equivocación’. Pero ya el daño estaba hecho”.

 

Patricia Castellanos perdió a su esposo Vicente de León, dedicado a la albañilería,  y a su hijo Alejandro, de 15 años, estudiante de preparatoria, en un ataque de las fuerzas armadas la noche  del 5 de septiembre del 2010 en la carretera Laredo-Monterrey.

Venían de regreso de un paseo familiar en una ranchería, a bordo de un automóvil malibú gris de vidrios polarizados. El automóvil traía puestas dos llantas de refacción, lo que entorpecía su conducción, y estaba lleno de tierra.  Adelante venía el yerno de Patricia, manejando, y su hija de copiloto; atrás venía el hijo de Patricia, su nieto, ella, su otro nieto y su esposo.

 

La versión que la Sedena dio de manera oficial a la CNDH, en la integración de la recomendación 10/2011, es que el mando militar de la BOM les marcó el alto, les hizo señales con las luces, pero el chofer del automóvil no se detuvo, por el contrario aceleró y lo persiguieron.

 

“De repente sentimos el tronerío y empieza a gritar mi esposo y dice ‘nos están tirando’. Yo me agarro de mi hijo y lo abrazo, los disparos le dieron a él”.

Según la versión oficial el conductor del automóvil comenzó a zigzaguear, casi chocando con los vehículos que circulaban por la carretera. El capitán responsable del convoy al ver que no detenían la marcha, pensó que se trataba de presuntos criminales y disparó a los neumáticos traseros, pero los otros tres soldados, según los dichos del capitán, dispararon contra el automóvil en reacción automática al escuchar los disparos de su mando. Dos de ellos dispararon 5 veces, el tercero 10 veces. Así, según esta versión, lograron frenar al automóvil.

 

Patricia recuerda que al salir de la brecha e incorporarse a la carretera, el carro quedó en el carril de alta velocidad, pero como traía dos llantas mal iba a baja velocidad y los otros conductores, desesperados, les empezó a pitar, por lo que su yerno al volante se cambió al carril de baja velocidad. Fue entonces cuando les empezaron a disparar.

 

Fue nuestra culpa

Después del ataque, cuando las balas dejaron de sonar, Patricia abrió la puerta trasera para intentar bajar a su esposo. Su yerno y su hija, que venían delante, ya se habían bajado para ayudar. Entonces, Patricia vio que un soldado se paró junto a la puerta abierta y recargó un arma, como si quisieran “sembrarla”.

 

“Veo que estaban recargando un arma en la puerta y le grito ‘mira hija, mira, aún lo que nos hicieron, mira lo que nos van a poner’ y yo me volteo porque me llama mi esposo y cuando volteo de nuevo ya no estaba el arma, pero ellos la quisieron sembrar, nomás que nos dimos cuenta”.

 

Patricia, que se dedica a preparar tamales para vender y mantenerse, no puede entender ni justificar el que los soldados hayan atacado de tal manera.

 

A su esposo se lo llevaron en una ambulancia, mientras ella permanecía junto al cadáver de su hijo en el lugar del accidente. “Mi esposo murió llegando al hospital porque al parecer la bala le destruyó todo por dentro y duraron mucho para darnos auxilio”.

 

“Al día siguiente la prensa dijo que nosotros teníamos la culpa porque nos habían marcado el alto y no nos queríamos parar y ya luego luego cambiaron (la versión) que ellos habían tenido la culpa, que les habían reportado un carro parecido con gente armada. Pero yo pienso ¿a poco no van a ver en su momento que no te están respondiendo? Porque la gente mala responde de volada, ¿por qué seguir con tanta agresión? ¿por qué con tanta saña?, querían terminar con nosotros. El carro quedó perforado, ¿qué querían, eliminarnos a todos, desaparecernos? Veníamos muchos, pero éramos pura familia, sí traíamos vidrios polarizado, pero éramos pura familia, si ves que no responden, porque no te detienes?”

 

La CNDH encontró 29 orificios de bala en el auto, casi todos del lado izquierdo.  El cuerpo de su hijo recibió 3: uno de ellos en la nuca, que lo mató de inmediato, Patricia recuerda el momento preciso del disparo, recuerda el cuerpo de su hijo zangolotearse, recuerda la sangre salpicándola. El cuerpo de su esposo recibió 3, uno en la mano, otro en la pierna y uno más en el tórax.

 

¿Por qué tanta agresión? ¿por qué tanta saña? El carro quedó perforado, ¿querían, eliminarnos, desaparecernos?

Patricia recuerda que la noche del ataque, en el hospital, un hombre vestido de militar se acercó a ella y le dijo:

“Me dijo que él había sido quien había dado la orden, ¿se burló de mí o qué? ¿Por qué lo hizo? Se quitó la gorra, me dijo que él había sido el que había dado la orden, me pidió disculpas y mi cuñada le dijo ‘una disculpa qué, ya el daño está hecho’. Nomás se quedó callado, agachado, dobló la cabeza.”

 

El caso se encuentra en proceso en un juzgado estatal de Nuevo León por el delito de “violencia contra las personas causando homicidio”.

 

“A los dos años y medio me citaron al campo militar –relata Patricia entrevistada en su domicilio- El soldado me dijo que había dos opciones: que le diera para adelante o que ahí dejaba las cosas. Él dijo que mejor le diera para adelante, que me buscara a un abogado, que yo tenía que tener a alguien para hacer el caso y a mi se me hacia imposible y yo le dije que cerráramos el caso. Acepté firmar porque me sentía muy presionada, no me sentía con capacidad para andar visitando esos lugares …yo no tenia ánimos y tenía miedo de volverme loca”.

Este reportaje fue realizado como parte de la Beca Mike O´Connor del International Center for Journalists (ICFJ) y de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, que ICFJ tiene en alianza con Connectas.